Sarah
Esa noche me acosté molesta, comprendí el hecho de que su lobo fuera en contra de su juicio, pero ahora entendía que el me deseaba y sabía que yo a él.
De pronto la marca en mi hombro comenzó a arder, parecía que estaba en llamas y el dolor me partía en dos. Tirada hay en posición fetal mientras el dolor se extendía, desgarrando mi alma y llevándose algo de mi ser.
Mi corazón se rompía a pedazos, me desplome. Lo último que recuerdo es el sonido de cristales rompiéndose y chocando contra el suelo.
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Cuando desperté estaba dentro de una tina de baño, con agua calida relajando mis músculos, mis garras ahora retraidas habían perforado las palmas de mis manos.
Por fin despiertas- escuché la voz de Nicolás a mi espalda. - Qué paso?- pregunte mi cabeza daba vueltas.
Descansa, ya tendrás tiempo para asimilar- asimilar qué?, entonces lo recordé, las lágrimas corrieron por mi rostro.
Lágrimas que no eran de pena o dolor, sino de liberación. Por primera vez en mucho tiemp