La emoción era indescriptible. No había manera de que me sintiera más feliz ahora, que ver a mis pequeños gatear corriendo hacia mí al punto de aferrarse a mis piernas. Esas que sentía que iban a perder fuerza por lo impactante que mis ojos han visto.
— ¡Vaya, ya están gateando! — dice Zaid sorprendido.
— Es increíble. Mis hermosos bebés son tan inteligentes. Ya gatean. — digo bajándome a su altura y tomando a los cuatros como puedo, mientras ellos se aferran a mi cuerpo, mostrando cuanto nos extrañábamos.
Los beso. Los lleno de tantos besos que también dejo sus rostros húmedos por las lágrimas que estoy derramando de la emoción de ver a mis bebés gatear. Sin poderlo evitar me muestro débil, aunque deseaba mostrarme fuerte.
— Oh, Dios, mis bebés están creciendo tan rápido. — susurro emocionada, mientras ellos se aferran a mí en un intento de poder abrazarme,
— Al parecer, estaban esperando que despertaras para gatear como humanos. — dice Curthwulf.
Lo había escuchado. Los hombres lobo