Zoé vio que su tono no era severo, y su sonrisa se amplió,—Le pedí a alguien que lo trasladara al sótano temporalmente. William necesita espacio para entrenar, los muebles ocupan demasiado espacio y tengo miedo de que se golpee.
—La casa tiene tantas habitaciones vacías, ¿por qué insistes en usar la habitación de Olí? Y además mover todas sus pertenencias personales—,la voz de la madre se volvió más fría.
Zoé, sin darle importancia, respondió:
—Pero las otras habitaciones son tan pequeñas que no sirven, y la habitación de Olí está llena de cosas. Si no las muevo, ¿cómo puedo entrenar? Jess, ¿crees que estoy equivocada?
Esta vez, Jess guardó silencio.
La sonrisa de Zoé se desvaneció y sus ojos se llenaron de lágrimas. Tras un momento, las lágrimas comenzaron a caer.
Tomó la mano del cachorro y, entre sollozos, susurró,—Perdón, fue mi culpa. Ahora mismo llevaré a William lejos de aquí.
—Está bien, vete.
Antes de que la madre pudiera decir algo, Jess pronunció fríamente esas palabras.