ELÍAS
—Estás trabajando con Teo y él va tras la manada, eso está claro —dije, clavando mi mirada en Natalia. Sus ojos se entrecerraron, cautelosos—. Pero Serena abandonó la Manada Garra de Hierro. ¿Por qué ir tras ella?
Natalia fingió desinterés, inspeccionando casualmente sus uñas. —Teo es quien busca la manada, mis motivos son diferentes.
Se me cortó la respiración. ¿Se trataba de algo más que solo la manada? ¿Natalia estaba específicamente tras Serena?
—Serena ha sido tu objetivo desde el principio, ¿verdad? —Expresé la sospecha que acababa de surgir, con un tono cargado de revelación.
La sonrisa malévola que se dibujó en el rostro de Natalia era pura maldad. —Te tomó bastante tiempo darte cuenta, alfa. Tu preciada manada y tú nunca me interesaron. Serena, sin embargo... —su voz se apagó, reemplazada por un destello venenoso en sus ojos que ardía con odio puro.
—¡Explícate! ¿Por qué persigues a Serena? —Rugí, con la furia corriendo por mis venas. Serena no era el tipo de persona que