Elías
Inicio del recuerdo.
—¡¿Ni siquiera sabes preparar una simple taza de café negro?! —grité, arrojando la taza a un lado como si no valiera nada.
Ella me había servido café con leche, pero no soportaba la leche en el café.
Rena se estremeció ante mi arrebato, su rostro reflejaba terror. Al instante, mi ira se transformó en un sentimiento de culpa. En realidad, no era su culpa; nunca le había dicho que no me gustaba el café con leche.
Con un suspiro, expliqué. —No me gusta la leche en el café.
—Lo sé —respondió, provocando que frunciera el ceño—. Solo quise intentar preparar un café con leche que supiera a café negro, así que experimenté.
Mis cejas se alzaron ante su explicación.
Ella se volvió hacia mí con un puchero y se quejó. —Pero lo tiraste sin siquiera probarlo. Podrías haber pedido un café negro con educación. ¿Por qué actuar de forma tan grosera? —me lanzó una mirada fulminante.
Me debatía entre el hecho de que me había preparado intencionalmente algo que no quería y lo