Capítulo 42. A disfrutar

El bar estaba a reventar. La música era alta y había mucha gente bailando. Por primera vez en días, me sentí simplemente Valeria, la universitaria, no la dueña de la firma o el secreto de Alejandro.

Damon me agarró de la mano y me llevó directo a la pista.

—¡Baila! —gritó, con esa energía suya que te arrastra.

Y bailamos. Fue estúpido, divertido, y me hizo reír a carcajadas. Olvidé por un rato el terror del espejo y la cara de furia de Alejandro en la ventana.

Después de un par de canciones, estábamos muertos de sed. Nos sentamos en un sofá un poco apartado, sudando y riendo.

—Necesito un trago de agua o voy a morir aquí —dijo Damon, secándose la frente.

—Y yo —dije yo, intentando recuperar el aliento.

Nos quedamos en silencio, solo mirando a la gente bailar. Era agradable y normal.

—Me alegra mucho que vinieras —dijo Damon, de repente.

—Y a mí me alegra haber venido —le respondí, con sinceridad—. Necesitaba salir de esa burbuja.

Damon movió la cabeza, como si estuviera pensando en al
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