Frida se sentó ante la mesa, con las manos temblorosas y trató de respirar.
—¿Dónde está mi hija? —preguntó con más docilidad.
—Conmigo… En un lugar seguro. Fue atendida por mi doctor de cabecera. Sufrió una fractura en el brazo izquierdo y algunos golpes y tallones, pero en realidad está bastante