—¿Quieres que le pida a Lorena que me consiga una pijama para ti o algo más cómodo? —preguntó y su rostro se volvió completamente rojo cuando recibió esa mirada profunda y cargada de lujuria de su esposo.
—Emma, ambos sabemos que no dormimos con pijama… —respondió mientras se quitaba el abrigo y el