—Tienes razón… Tú y yo no somos de la misma talla… —agregó con odio—. Qué bueno que te das cuenta.
Mordiéndose la lengua, July la vio regresar sobre sus pasos y perderse detrás de la puerta. El corazón le hervía en odio.
—Claro que me di cuenta, Frida… desde el primer día en que te vi —dijo ent