Al prestar más atención, se dio cuenta que iba acompañada de un jovencito más grande que Emma. Tal vez de unos 15 o 16 años y mal encarado. Destilaba rebeldía por cada uno de sus poros. Su mirada cargada de rencor y boca torcida le hizo imaginar a Frida que era una versión más joven de Román.
—Fri