Un frío helado recorrió el cuerpo desnudo y cubierto de marcas de amor de la joven. Las sábanas se habían caído en alguna parte del suelo del cuarto de su jefe y ahora estaba vulnerable a la baja temperatura que de repente la había golpeado.
Aun con los ojos cerrados se acurrucó aún más en el colchón y tanteó el otro lado de la cama, exigiendo aún en silencio que el cuerpo de su amante la envolviera entre sus brazos y le compartiera su calor.
Pero cuando su mano tanteó la zona, estaba vacía y no solo eso, sino que también estaba fría, como si hace rato que nadie hubiera estado ocupando ese lado de la cama.
Aún un poco dormida y confundida por el sueño, abrió un solo ojos observando el lugar del colchón blanco y sin arrugas. Una profunda angustia la invadió cuando abrió ambos ojos y se sentó en la cama buscando indicios de Ivan por algún lado de la habitación.
No estaba allí y desde su lugar podía ver la puerta abierta del baño que indicaba que tampoco estaba allí.
Suspiró pesadamente