Luego de cerrar la puerta detrás de Santiago, Analía volvió a la sala donde se encontraba Ernesto. Este estaba sentado en el sillón con los codos apoyados en sus rodillas y la cabeza apoyada en sus manos. Al escuchar los pasos de la joven que se acercaba, la miró
– ¿Me dejas explicarte, Ana? – ella se sentó a su lado
– Estoy ansiosa por escuchar tu explicación para negarme de esa forma – él le tomó la mano
– Esto ya lo hemos hablado muchas veces, incluso tu huiste de mí debido a eso – la miró con tristeza - ¿recuerdas cuando me echaste del hotel y volviste a Uruguay?, ¿recuerdas porque lo hiciste?
– Sí, lo recuerdo muy bien y no hubo día que no me arrepintiera de haberlo hecho –
– Tu dijiste que era por mi carrera, que ninguna chica me seguiría si supiera que mi corazón tenía dueña –
– Recuerdo muy bien lo que te dije, ve al grano Ernesto –
– Cariño, te juro que iba con toda la intención de blanquear nuestro amor, pero al levan