Por alguna razón, ver a Mariah así hizo que Leonardo se sintiera incómodo.
—Basta. No hablemos más de esto —dijo, y tiró de su mánager para sacarlo de la habitación.
—La malinterpretaste; no tenemos ese tipo de relación —aclaró Leonardo con firmeza.
El mánager lo conocía bien, pero aun así se sentía inquieto. La chica era realmente atractiva, y era normal que Leonardo pudiera sentirse atraído por ella.
Al ver la expresión sospechosa de su mánager, Leonardo contuvo su incomodidad y añadió:
—No te preocupes. No estoy interesado en ella y no voy a salir con nadie.
Al escuchar aquella afirmación, el semblante del mánager mejoró un poco.
—Así está bien. Tranquilo, la compañía frenará este asunto pronto. Pero recuerda: nada de citas.
Sabiendo que el mánager solo velaba por él y por la empresa, Leonardo asintió.
Sin que ellos lo supieran, Mariah había estado escuchando todo desde detrás de la puerta.
Sintiéndose decepcionada, ocultó sus emociones y regresó a su cama. Tras pensarlo un momento