Después de unos breves saludos, invitaron al reconocido presentador a dirigir el programa en vivo y las ceremonias. Tras las presentaciones de varios cantantes e ídolos populares, llegó el turno de que Luca subiera al escenario para dar su discurso, después del cual comenzaría el baile.
Vanessa se sentía un poco incómoda; desde que surgieron los malentendidos, nadie le había dirigido una mirada amable. Los hombres lascivos a su alrededor la observaban con intenciones más que evidentes.
El baile dio inicio.
Varios caballeros se acercaron para invitarla a bailar, pero ella los rechazó a todos.
La razón era simple: sus miradas eran demasiado frívolas, y si aceptaba, podría interpretarse como un consentimiento a algún tipo de trato o insinuación.
Ella se mantuvo firme y tranquila.
Cassandra, quien también había rechazado muchas invitaciones, se acercó a Vanessa con un gesto algo cansado.
—¡Ninguno de estos hombres vale la pena!
Cassandra se quejó sin reparos, expresando exactamente lo que