Al principio, Alejandro tenía una expresión indiferente, pero en cuanto vio el contenido de la pantalla, su semblante se transformó.
«¿No le había ordenado a Raúl que se encargara de esto?»
«¿Por qué seguían hablando del tema? Peor aún, parecía que la discusión se estaba intensificando».
Apretó la mandíbula, molesto. «Ese Raúl… ¿así es como hace su trabajo?»
Al pensar en eso, apretó los puños sin darse cuenta. «Tal vez debería bajarle el sueldo para que aprenda a no ser tan descuidado».
Sofía lo miró extrañada.
—¿Qué está pasando aquí? Ya publiqué todo para aclarar las cosas, ¿por qué siguen dudando de quién eres?
Él fingió que era la primera vez que lo veía y, tras un momento, comentó con tono ligero:
—Supongo que a la gente en internet le encanta inventar historias, ¿no crees?
Ella siguió revisando los comentarios, arrugando la frente cada vez más. De pronto, se detuvo en seco. Con los labios entreabiertos, comenzó a leer en voz alta, como si no pudiera creerlo.
—¿A nadie más se le h