Sofía no quería dejar la oficina con la preocupación de que algo desagradable ocurriera en su ausencia. Además, debía estar al tanto de cualquier nueva jugada de Valeria. Después de todo, la ambición de su hermana ya era más que clara.
La asistente entendió sus inquietudes y le aseguró con total confianza:
—Usted no se preocupe por nada, vaya tranquila.
—Yo me encargo de que todo esté en orden aquí. Le aseguro que no habrá ningún problema.
Para enfatizar sus palabras, la asistente hizo un saludo casi militar, con una seriedad fingida que le pareció de lo más graciosa. No pudo evitar sonreír.
—Ya, no seas tan dramática. No me voy a la guerra, solo a una junta. Regreso en la tarde.
Después de darle las últimas indicaciones, se preparó para salir. Saber que su asistente se quedaba a cargo de la oficina le daba una gran tranquilidad.
Poco después del mediodía, tras un almuerzo rápido, Sofía tomó la carpeta con la documentación del proyecto y se dirigió a las oficinas de Altamira Desarrollo