—Pero...
Jimena quiso decir algo, pero al encontrarse con la expresión indiferente de Alejandro, prefirió guardar silencio. Sabía bien que él era capaz de cumplir su amenaza. Para Alejandro, ella ya no tenía ninguna influencia, si aún la toleraba, era solo por consideración a su hermano. La dinámica entre ellos había cambiado por completo.
Terminó por entenderlo, decidió que desde entonces tenía que andarse con cuidado.
—Okey, okey. No volverá a pasar.
Agachó la cabeza, cediendo al final. Estaban en su casa y no podía permitirse un pleito abierto con él, de lo contrario, su hermano se lo recriminaría.
Él resopló con desprecio.
—Es la última vez que te lo digo.
Dicho eso, entró también a la habitación.
Jimena se quedó mirando el desastre sobre la mesa y, al recordar la apuesta que tenía con su hermano, no pudo evitar apretar los puños para contener su berrinche. No iba a perder. No podía permitírselo.
Respiró hondo, tratando de calmarse. No podía creer que una mujer como Sofía fuera a s