El gerente pareció desconcertado.
—Pues sí, más o menos. Tenemos varios proyectos que chocan con los de Inmobiliaria Panorama, pero no se preocupe, nosotros e Inmobiliaria Panorama…
No pudo terminar la frase, Jimena lo interrumpió:
—Ya sé lo que va a decir. Quiero encargarme de los proyectos que compiten con Inmobiliaria Panorama.
Ante tales palabras, el gerente se quedó de una pieza.
Inmobiliaria Panorama era un hueso duro de roer, y más ahora que se habían arrimado a Altamira Desarrollos; su posición en Monterrey había subido como la espuma.
—Jimena, usted no pasa mucho tiempo en el país, quizás no conoce bien a Inmobiliaria Panorama. En serio, son muy competentes.
Ella respondió fastidiada:
—¿Y eso qué? Si no fueran un reto, no tendría chiste. Yo quiero ese proyecto, del resto no se preocupe usted.
Ahí sacó a relucir todos sus aires de niña consentida, sin el menor disimulo.
El gerente sintió una punzada de frustración, pero recordó las instrucciones de sus superiores y, casi sin da