Cuando Alejandro regresó, reparó en que Sofía no estaba en la cama.
La buscó por todas partes y finalmente la encontró en la habitación de huéspedes.
Ella estaba decidida a no dormir con él en la misma cama esa noche.
Si él ya tenía a su amor ideal, entonces su matrimonio debía, más que nunca, mantener la formalidad.
Al recordar la escena de la mañana, cada vez que lo miraba, sentía mucha incomodidad.
Sobre todo, al pensar que esas mismas manos habían acariciado a otra mujer.
Alejandro la observó en la habitación de huéspedes. Sus labios finos se entreabrieron, como si fuera a decir algo, pero al final guardó silencio.
Apretó los puños; un sentimiento de impotencia crecía en su interior.
Apenas la noche anterior habían compartido momentos de intimidad, y ahora, dormían separados.
Una pared los dividía y, con ella, un abismo de pensamientos.
***
Al día siguiente.
Sofía se levantó muy temprano.
Tras asearse, se fue directamente a la empresa sin despedirse de Alejandro.
Normalmente desayu