Las palabras que Marcela estaba a punto de decir se quedaron atoradas en su garganta en cuanto vio a Sofía. Al principio creía que era otra persona la que se acercaba a preguntar, pero no, se trataba de la propia Sofía.
Con los demás, podía ser dura y no tener rodeos, pero la presencia de Sofía cambiaba todo y la hizo sentirse inquieta. No quería que esa gente amargara el momento de su amiga, de hecho, ella misma no lo permitiría.
Sofía notó que llevaba un buen rato sin decir nada y sintió que algo andaba mal.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tan callada?
Tenía la clara sensación de que le estaba ocultando algo.
Marcela, sin embargo, se limitó a mostrar su desacuerdo con una mueca. No podía contarle lo que acababa de suceder, no quería herirla. Después de todo, era su gran día, con tanta gente importante observándola.
—No es nada, Sofía, en serio, no te preocupes. Mejor ve a acompañar a tu mamá y a los demás invitados.
Desde que Sofía había regresado, ella sabía lo que su amiga buscaba. Por eso, h