VIII - Promesas y Hallazgos

Los siguientes dos días Regina no supo nada de Alecksander. Cuando el auto se detuvo frente la a la mansión, él la apretó entre sus brazos y le indicó que subiera y descansara. Ella miró a otro hombre subir en el auto y luego se fueron en medio de la oscuridad de la noche. Dos noches en que durmió sola y tuvo miedo de las sombras y de los ruidos del viento.

Despertó a un día más en medio de aquella cama demasiado grande, con las emociones alteradas después de tantas horas de encierro. Porque ella no quiso salir sin tener la certeza de que Alecksander regresaría en cualquier momento.

Lo primero que hizo fue tomar su teléfono, olvidado a pocos centímetros de la almohada que abrazaba cuando se quedó dormida. No había mensajes de Alecksander, tampoco llamadas perdidas y ella no quería llamar e importunarlo cuando estaba ocupado. Leyla seguía sin aparecer, sin dar señales de que estuviera tratando de comunicarse. Buscó el contacto de su padre y estuvo tentada a llamar, pero sin tener el v
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