159: El verdadero culpable.
Darwin.
Me acerqué a mi padre, me senté a su lado, le di un apretón a su mano y vi lo cansado que lucía.
—Al menos no será Simmons el que tome el que fue nuestro puesto —dijo él de la nada haciéndome reír un poco—. Eso me dio dos años más de vida.
—¿Cómo te has sentido? —cuestioné, preocupado.
Él exhaló mientras yo pensaba que había dejado las hojas de lo que debía decir en la entrevista el día siguiente en el auto, y quería que él leyera.
—Bien. Veo las noticias todos los días y lo que hacen es hablar sobre ti y lo bien que lo estás haciendo.
—Sabes que Ámbar tiene mucho que ver, ¿no?
—Sí.
Su respuesta me hizo verlo a la cara con sorpresa.
—¿Eso fue un "Sí"?
—Eso creo... —al hablar quiso levantarse, así que lo ayudé—. Voy al baño, espera un momento.
—¿Necesitas ayuda?
—No, Darwin. No soy un niño.
Cuando lo vi perderse en cámara lenta en el baño recordé un momento que me estrujó el corazón.
Flashback.
—¡No soy un niño, papá! ¡Sé muy bien lo que me gusta y lo que hago! —le grité, furio