Gerónimo sintió que el alma salió de su cuerpo al escuchar las palabras de la mujer.
El color de su rostro desapareció y sus manos empezaron a sudar.
Ella al verlo tan turbado le suplica.
_Dejame ir, es mejor que me vaya.
Él la mira con la respiración agitada y haciendo un esfuerzo por hablar, le responde.
_No, usted no se va de aquí hasta que me diga si lo que acaba de decir es verdad.
Ella baja la mirada y con voz entre cortada, llena de vergüenza y dolor, le responde.
_Si, yo soy tu mamá Gerónimo, yo soy la mujer que te trajo al mundo.
Gerónimo busca apoyarse en algo, él no podía seguir sosteniéndose.
_No, eso es imposible, usted no puede ser mi madre, usted es una....._
_¿Indigente? Si, lo soy, por eso es mejor que me vaya, tú no mereces pasar por la vergüenza de que yo sea tu madre.
_No, no te vayas, yo necesito saber muchas cosas, ¿Porque te fuiste sin mi? ¿Porque me dejaste con ese hombre? ¿Cómo es que vives así? ¡¿Por favor dime?!_ Le grita él desesperado.
Leonela seca sus oj