Punto de Vista de Mia
El mundo empezó a girar en el momento en que se llevaron a Taylor. Mis pulmones parecían haberse olvidado de cómo funcionar, cada respiración llegando en jadeos cortos y dolorosos. Tropecé hacia atrás hasta que mis hombros golpearon la pared fría del hospital, mis piernas amenazando con ceder.
Siete semanas. Lo habían sabido por siete semanas.
Las luces fluorescentes sobre mí zumbaban demasiado fuerte, el sonido taladrando mi cráneo. Mi estómago se revolvió violentamente mientras fragmentos de las palabras de Taylor se reproducían en repetición: el bebé de Kyle... nuestro hijo... el cuarto del bebé...
—Concéntrate —me susurré a mí misma, presionando las palmas planas contra la pared. La textura áspera me anclaba ligeramente, dándome algo real en qué concentrarme—. Solo respira.
Pero mi cuerpo tenía otras ideas. Puntos negros danzaban en los bordes de mi visión mientras los recuerdos se estrellaban sobre mí en olas despiadadas: mi propia sangre en las escaleras de