Punto de Vista de Mia

—¿Mia? —Su voz confirmó mi suposición—. ¿Te molesta si paso?

—Claro que no —dije, volteando automáticamente mi rostro hacia su voz. La oscuridad que se había convertido en mi compañera constante me rodeaba.

—Estaba empezando a preocuparme —dijo, acomodándose en lo que sonaba como la silla junto a mi cama—. No has respondido ningún mensaje sobre el centro para niños.

Una pequeña risa se me escapó a pesar de todo.

—¿Tan predecible soy?

—Digamos que he notado que no eres del tipo que deja mensajes de trabajo sin contestar. —Su tono tenía un toque de diversión—. Ni siquiera a las tres de la mañana.

—No sabía que era tan transparente —dije, sintiendo el calor subir a mis mejillas—. Aunque no nos conocemos desde hace mucho, parece que ya me tienes bastante descifrada.

—La dedicación profesional es fácil de notar. —Papeles crujieron; debía estar revisando mi expediente—. Hablando de eso, hablé con tu doctor. Y tengo buenas noticias sobre tu condición.

Mis manos se retorc