Punto de Vista de Mia
—¿Ella es tu qué? —La voz de Daniel cortó mis pensamientos, la incredulidad evidente en cada sílaba.
—Mi esposa. —La voz de Kyle era fría como el hielo, el mismo tono que usaba al cerrar negocios millonarios—. Ella es mi esposa.
Mis dedos se apretaron alrededor de la taza de café. La ironía hacía que me doliera el pecho.
Los ojos de Daniel encontraron los míos, llenos de preocupación. —Si estás sufriendo amenazas o violencia —dijo en voz baja, inclinándose más cerca—, puedo ayudarte, hermosa.
—No vuelvas a decirle eso a mi esposa —la voz de Kyle bajó peligrosamente.
Vi cómo su mandíbula se tensaba, esa señal sutil que había aprendido a reconocer después de años de observarlo a distancia. Una gota de sudor rodó por su sien, algo tan poco característico que me hizo parpadear. Kyle Branson no sudaba. Kyle Branson siempre era perfecto, siempre controlado.
Una risa amarga amenazó con escapar de mi garganta. Por supuesto que Daniel pensaría eso. No parecíamos una pareja