Punto de Vista de Mia
La cirugía pareció interminable. Cada tic del reloj del hospital resonaba en mis huesos, marcando horas que se sentían como siglos. Llevaba aquí desde la mañana, recorriendo por los pasillos estériles, mis oraciones volviéndose más desesperadas con cada hora que pasaba.
—Por favor —susurré, mis dedos envueltos fuertemente alrededor del pequeño colgante de cruz que mamá me había dado hace años—. Haré cualquier cosa. Solo déjala vivir.
Las luces fluorescentes bañaban todo con un resplandor duro e implacable. O tal vez era solo mi agotamiento. No podía recordar la última vez que realmente había dormido. No desde que perdí a los bebés. No desde que todo se derrumbó.
—¿Sra. Branson?
La voz del doctor hizo que mi corazón se detuviera. Busqué en su rostro cualquier indicio de esperanza, pero su expresión permaneció cuidadosamente neutral.
—¿Cómo está? —las palabras apenas lograron pasar por mi garganta seca.
—La cirugía está completa —comenzó, su tono medido—. Hemos logr