Logan acarició el cuerpo desnudo de su esposa y besó su piel, ya no duermen separados, la habitación principal y la cual le correspondía a él pasó a ser la habitación matrimonial. Isla al sentir esas caricias y los pequeños besos acompañados de mordidas sonrió sin moverse.
―Llegaste muy tarde a noche ―Aquel gruñido proveniente de esa voz ronca la obligó a abrir los ojos divertida. ―Deberías quedarte en casa y ocuparte de mí. ―Isla se giró y se abrazó a él, lo miró a los ojos y sonrió.
―Es mi trabajo y no puedes quejarte, demonio sin cachos. ―Besó nuevamente sus labios. ―Siempre que puedo me ocupo de ti, no te he descuidado en nada y eso debes aceptarlo.
―No te ocupas de mí lo suficiente. ―Vociferó enojado, él quiere toda su atención, no que se esté dividiendo entre trabajo y él. ―No es necesario que trabajes, lo sabes.
―Quiero ganar mi propio dinero, Logan. ―Se sentó en la cama. ―Ya suficiente con lo que haces para ayudar a mis padres. ―Logan se sentó también. ―Te toca cita, deberíamo