— ¿Fui muy animal, te dolió mucho? – Henry finalmente le preguntó, girándose de lado y saliendo lentamente de su interior con un gemido bajo de ambos.
— Espera, Henry las sábanas… — Eva cerró enseguida las piernas, preocupada por todo el líquido seminal que de repente corrió por sus muslos.
— No importa la sábana, igual se va a ensuciar después mucho más – sonrió sexy mirando su rostro con ese hermoso tinte rosado avergonzado que le encantaba – déjame revisar si hubo mucho desgarro.
— No, no, estoy bien, estoy bien, no mires – Eva enseguida lo detuvo asustada de que se pusiera de verdad a mirarle entre las piernas.
— Amor, aún eres tímida con tu esposo, acabamos de hacer el amor, Eva te acabo de ver todo y no te imaginas la cantidad de veces que lo veré más tarde – suspiró cediendo esta vez para no torturarla y decidió examinarla cuando tomaran un baño.
Había comprado un ungüento medicinal para aplicarle luego.
— Solo dolió un poquito al inicio, pero luego…
— Luego qué… — Henry se vol