— Eso mismo que está pensando Sra. Bishop. Si la Srta. Alonso quería tanto un marido, lo va a tener. Llame al guardaespaldas y por favor, con discreción, nadie puede saber de nuestros planes.
— Lamento hacerla pasar una mala noche, pero no confío en nadie más para este asunto.
— No se preocupe, señor Edwards. Enseguida le aviso discretamente al señor Leroy – la Sra. Bishop asintió mirando por un segundo a Mildrey dormida en la cama.
Niña tonta, había provocado a un dragón durmiendo y ahora lo pagaría bien caro, su reputación estaría tirada por el suelo y su vida arruinada.
Más tarde en el despacho.
— Señor, eso que me está proponiendo… — Leroy miraba asombrado a su patrón.
Después de venir intrigado a hablar en secreto con el Sr. Edwards, había escuchado la proposición más loca que le habían hecho en su vida.
— Yo… no quiero tener ningún problema con la familia Alonso, ellos son personas poderosas y yo solo soy un humilde guardia.
— Tengo entendido que tienes un hermano con una enferm