Ese día más tarde, Eva salió como de costumbre, con Henry sentado en la silla, bien tapado con una manta y su gran sombrero que no le dejaba ver la cara.
Nadie sospechó de ellos, siempre salían igual y a la misma hora.
Los dueños no estaban en la casa y los sirvientes no tenían tiempo siquiera de respirar con la fiesta de hoy en la noche.
La primera fase del plan, se ejecutaría ahora.
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Adele se atrevió a salir a escondidas de su puesto en la cocina, aprovechando que todos estaban ocupados.
Se asomó a una de las puertas que daban al jardín y los vio pasar poco a poco.
Sus ojos se enrojecieron sin quererlo y tuvo que limpiarse con el delantal.
Ayer en la madrugada había hablado con ellos, sabía que hoy se escaparían, ella misma estaba alerta para socorrerlos si era necesario, sobre todo a Eva, que se arriesgaría más en este loco plan.
Henry de repente levantó un poco la cabeza al pasar cerca y su mirada se cruzó por unos segundos con Adele.
Le debía también demasiado a esa fiel muj