Pasaron los días y Eva vigilaba a Henry constantemente, por supuesto la Sra. Grace no dejó de darle los medicamentos, pero con el cambio que había hecho, pensaba que pronto Henry mostraría signos de recuperación.
— Henry, cariño, hoy vamos a dar la vuelta por el jardín para que tomes aire fresco
— Te colocaré este sombrero, para que el sol no te moleste en los ojos— le explicaba Eva con paciencia, mientras colocaba un amplio sombrero sobre la cabeza de Henry y le amarraba suavemente unas dos correas que traía, bajo la barbilla del hombre.
Satisfecha con su labor, lo sacó a pasear al jardín.
Solo que Eva, yéndose a su paseo matutino con Henry, llegó una doncella a decirle que hoy no podían salir del cuarto y menos al área de la piscina, porque la Srta. Alejandra tenía una reunión social con algunos amigos.
La doncella se impacientó tocando la puerta y llamando, pero nadie le abrió.
Por último, irrumpió ella misma, para darse cuenta de que estaba vacía, esa coja había salido con el para