DYLAN VETTEL
—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó Amber dejando la foto sobre mi regazo, con los ojos brillando por las lágrimas contenidas—. ¿Por qué…?
—¿Para qué? —cambié la pregunta mientras veía la fotografía con melancolía—. No eres ella, ya no, no desde que perdiste la memoria. ¿Qué sentido tiene torturarnos así? Yo no voy a recuperar a mi mejor amiga y tú no vas a recuperar la memoria.
»¿Crees que con solo decirlo en voz alta algo va a cambiar? ¿Vas a abrazarme, llorar, y volveremos a ser los hermanos que éramos? No, no va a pasar así. —Vomité la frustración que llevaba y pude ver en su rostro que le había dolido—. Las cosas no funcionan así, Amber.
Nos quedamos en silencio, uno profundo y doloroso. Entonces Byron decidió darnos privacidad, cerrando la puerta de la habitación detrás de él.
—Te busqué por años y a veces creo que lo que me motivó a hacerlo fue que yo no quería olvidar lo que alguna vez tuvimos —susurré y agaché la mirada. El pasado volvía con fuerza, de