Capítulo 3

Hay... sangre... por todos lados, no puedo verla, pero su olor es inconfundible, me marea un poco y se siente como el soplo de alguien susurrando en mi oído, demasiado cerca, desagradable, frío y putrefacto.

Algo destella de forma llamativa en medio de la oscuridad, intento seguir el destello en busca de un escape, de algo de luz, algo que me ayude a saber qué está ocurriendo y luego un estallido resuena, es ensordecedor y alguien está herido, me deja aturdida y solo puedo escuchar un zumbido durante unos largos segundos, puedo sentir mis manos temblando pero aún no puedo ver nada, me desespero un poco no puedo controlar lo que ocurre.

¿Dónde estoy? Quiero saberlo, pero todo es oscuro, confuso, diferente a la oscuridad a la que estoy acostumbrada, escucho voces, el ambiente es fresco, intento percibir tanto como me sea posible, pero me es difícil con tantos presentes, están rodeándome desde todos los ángulos, no tan cerca pero de alguna forma definitivamente sé que están ahí.

Todo me confunde, los sucesos se repiten una y otra vez, van en retroceso y vuelven a avanzar, quiero que esta tortura termine pero también quiero saber qué ocurre, ¿por qué se siente tan real?, tengo miedo y me siento temblar, pero por algún motivo también siento una ira irracional dentro de mí, quiero golpear a alguien y hasta le deseo la muerte.

Muerte... sangre... disparos.

Estoy aterrada y todo comienza a alejarse poco a poco mientras lucho por aferrarme a ello, necesito respuestas...

Todo se desvanece.

*****

Seguí teniendo sueños extraños desde la llegada con los Black, al principio no creí que fuera muy importante, había aprendido a acallar las sombras en su presencia porque pasar tiempo con ellos ahora era parte de mi rutina y estaba intentando con toda mis fuerzas acostumbrarme a eso, pero había algo en mi cabeza, una ínfima vocecita muy al fondo que me forzaba a prestar atención, razón por la cual no dejaba de sentirme al borde en presencia de la extraña familia.

Dominique era el hijo mayor de los que aún viven en la casa, rubio igual que sus padres y tan serio que me preguntaba constantemente de quien lo había sacado porque Evan y Joanne eran todo sonrisas, su presencia era la más intimidante para mí pero no había sido más que amable así que no podía tener nada en su contra.

Adrien, que es quien le sigue en edad, era igual de serio, pero los silencios con él resultaban agradables, reconfortantes, incluso, así que después de Alexander era mi persona favorita en la casa con quien pasar el tiempo.

Aún trato de comprender cómo me siento con respecto a Alexander, sigo sin poder explicar el por qué me siento de la forma que me siento cuando estoy con él, la vocecita al fondo de mi mente trata de decirme algo pero incluso cuando en esos momentos trato de hacerle caso, no logro entender lo que intenta decirme y termino más frustrada y confundida que antes, sin poder preguntarle a nadie porque seguramente sonaría como una locura y después de salir de ese orfanato lo último que necesito es que me internen a un psiquiátrico.

Adaptarme ha sido complicado, y no solo porque me estoy enfrentando a un ambiente completamente diferente a lo que haya visto antes, sino porque el estilo de vida de los Black resulta muy extravagante, aunque como personas parecen bastante sencillos, toda la mansión —incluida mi nueva habitación— está llena de lujos y cuenta hasta con una playa privada, y me pregunto por qué personas tan adineradas buscarían adoptar a alguien que está bastante cerca de cumplir la mayoría de edad cuando son perfectamente capaces de tener hijos.

—Pensé que podrías querer comer algo ligero —menciona Adrien entregándome un plato de frutas.

—Gracias —murmuro avergonzada y me aclaro la garganta—. Las vistas son muy lindas desde aquí —comento viendo el atardecer

—Sí, es un buen lugar para sentarse a pintar ¿A ti qué te gusta hacer? —pregunta bebiendo una cerveza.

—No lo sé, nunca me había centrado en hacer lo que me gusta —respondo después de un rato—, siempre hice lo que me dijeron que hiciera.

—Bueno, ¿Qué te gustaría probar entonces? ¿Sabes tocar algún instrumento? ¿Tal vez algo que siempre quisiste intentar? —niego, no sé, pero me gustaría aprender— Yo si estuve en clases de música toda mi vida, sé tocar varios instrumentos, igual que Alexander, es lo que más me gusta hacer cuando no estoy dibujando y, aunque no me gusta bailar no se me da mal porque fui forzado a aprender… realmente odio bailar —hace una mueca—, pero me gusta escuchar una buena canción, sin importar quien la cante o de qué género sea.

—Supongo… que podría pensar en algo que yo quisiera hacer —suspiro pensativa— ¿Cocinar tal vez? Siempre quise intentarlo, sé que tenemos cocinera pero… Podría comenzar con algo simple, o tal vez hacer cosas básicas, como escoger mi ropa

—¿O sea que antes no lo hacías? —cuestiona incrédulo.

—Pues no, con mi otra familia siempre me escogían la ropa y en el orfanato usaba el uniforme, Joanne me dijo que mañana iríamos de compras para escoger lo que yo quisiera.

Asiente lentamente y me arrepiento porque siento que hablé de más. ¿Tal vez siente lástima? Sé que se supone que es normal algo tan simple como escoger tu ropa ¿Quizá está incómodo? Si siente lástima seguro no sabe qué decir para no hacerme sentir mal o incómoda.

—«Definitivamente un poco de ambas» —responden las sombras.

—¿Quieres? —me ofrece de la cerveza que está tomando.

Me toma por sorpresa, ¿por qué me ofrece algo así? Es ilegal y claro que si ninguno lo cuenta nadie se va a enterar, pero aún así se supone que es algo que no debería hacer incluso si nunca me atrapan.

—Nos vamos a meter en problemas.

—¿Por un sorbo? —casi parece burlarse pero su expresión es seria— No te preocupes, no le diré a nadie que eres una rebelde sin control que bebió un sorbo de cerveza.

Definitivamente se está burlando.

Así que claro que tomo la botella y la olfateo porque si huele feo no beberé ni porque me paguen por ello…y efectivamente huele fuerte, agrio, y demasiado concentrado para alguien que no le gustan los sabores intensos.

—¿Seguro que no es veneno? —arrugo la nariz devolviéndole la botella.

—No es veneno —se ríe y creo que es la primera vez que lo escucho reír.

—No te creo, toma tu veneno, le diré a Evan que te vaya preparando un funeral, “auto-envenenado” va a decir la lápida, no creas que caeré en tus engaños para deshacerte de mí —sigue riéndose a carcajadas y toma la botella dándole otro sorbo.

La verdad es que aunque intento mantener una expresión seria, toda la situación también me causa gracia y termino riendo con él.

—¿Qué hacen? —escucho la voz de Alexander.

—Adrien quiere envenenarme —lo acuso rápidamente.

—¿Veneno? —le ofrece la botella de la que Alexander toma sin dudar.

—Qué asco —hago una mueca viéndolos, no solo es tóxica esa cosa sino que comparten salivas.

—Mamá quiere que la acompañes mañana, van a buscar tu uniforme para la escuela —informa sentándose a mi lado.

—¿Escuela? —lo veo horrorizada.

—Sí, las clases empiezan en unos días, ya hablamos de esto.

—Sí, ya sabía que iba a tener que ir a la escuela pero no pensé que sería tan pronto.

—Sigue en pie la oferta de estudiar en casa —me recuerda.

Y de verdad es una oferta tentadora, pero ahora que salí del orfanato no quiero seguir encerrada, incluso si es un lugar hermoso como este. No me encanta la idea de relacionarme con extraños, pero no se conoce el mundo sin enfrentarse a cosas que no nos agradan tanto, además, la idea de estar con los Black todo el día no me parece prudente considerando que aun siento un aire extraño cerca de ellos.

—Estaré ahí —confirmo con un asentimiento.

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