SIEMPRE ME TENDRÁN A MÍ

Los barrios bajos eran terribles, la verdad era que no le deseaba ni a mi peor enemigo el vivir en un lugar como este.

―Denme sus teléfonos, no podemos permitir que llamen a la policía…

― ¿Qué?

―Creía que venían de parte de Ciriana, creía que eran aliados, ¿Por qué no podemos llamar a la policía en caso de problemas?

Antón se quejó con furia, mientras que yo solo observe al hombre con cautela aquel que solo se encogió de hombros hablo con indiferencia.

―Ustedes no lo entienden, nosotros no hacemos cosas muy buenas que digamos y no iremos a la cárcel, solo estamos ayudándolos con ese demente, que les hizo daño a niños, y no estábamos dispuestos a ofrecer asilo a alguien como él, pero mi hermana pidió que no hiciéramos nada, que solo los retuviéramos algo que hemos estado haciendo, no pidas más… Así que dame el teléfono.

―Hablas mucho y no explicas nada.

―Que me des el teléfono…

El saco sus armas, Antón mostró un gesto lleno de frustración, por lo que lo entrego con furia, aquel a punto
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