Capítulo 79
Augusto llegó al aeropuerto como un rayo, el equipaje de mano balanceándose mientras cruzaba el vestíbulo a pasos largos. Su corazón latía al ritmo de la prisa y la esperanza. No podía perder más tiempo, no ahora que sabía dónde estaba ella.
Subió directo al hangar privado, donde su jet ya lo esperaba con los motores preparados. Tan pronto como entró, lanzó la chaqueta al asiento y se acomodó, ansioso. Miró por la ventana y resopló impaciente, los rayos cortaban el cielo como látigos de fuego y la lluvia golpeaba fuerte contra el fuselaje.
Poco después, el piloto entró en la cabina y se acercó con una expresión tensa.
— Señor Augusto... lamentablemente, no podemos despegar ahora. La tormenta es muy fuerte, la torre no ha autorizado ningún vuelo.
Augusto se levantó de repente, los ojos echando chispas.
— No me bajo de este avión. — Su voz era firme, determinada. — Solo pondré los pies fuera cuando estemos en suelo mineiro. ¿Entendido?
El piloto vaciló, pero asintió en silen