Capítulo 20
Cuando el curandero salió, reflexioné en sus palabras hasta que una criada entró y limpió la suciedad. Luego otra entró y dejó un plato de sopa, esta última me ayudó a tomar un baño llevándome a otra cabina. Fue vigorizante lavarme de toda la suciedad del viaje, y de la sangre de aquellos hombres en el camino.

Después de eso, me llevó de vuelta a mi propia cabina, y luego empecé a pensar.

Iba camino a mi nuevo hogar, la isla donde el gobernante era un hombre en quien no confiaba completamente.

Me quedé acostada unas horas más y, como dijo el Sr. Carter, el té me calmó el estómago. Después me senté en la cama por unos minutos y miré por la ventana, estábamos en alta mar y el sol se estaba poniendo. Miré el plato sin tocar, no tenía hambre.

Me volví a acostar y nuevamente la puerta se abrió. No me di vuelta para mirar, imaginando ser una criada que venía a buscar la bandeja de comida, solo me di cuenta de que no se trataba de una criada cuando sentí que la cama se hundía sobre su peso.

J.P Andrade

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