Ekatherine Lizabetha Kerloff es una joven hija de nobles, alegre, sincera y no es considerada por las demás damas como una noble con la que desearían emparentar. Ambrose Kareline duque Ainsworth es todo lo que un padre de buena posición desearía para su hija, salvo que él poco le importa el matrimonio, le gusta la fiesta y ama que todos lo obedezcan. Pero Ekatherine es la excepción, siempre retándolo y logrando sacarlo de sus cabales. Decido a que será su esposa, hace de todo para que lo acepte, pero no serán sus trucos o mala situación de su familia la que la llevara a casarse, será la muerte de su amado y la enfermedad de su hermana. - Has comprado una mujer, pero yo me convertiré en una gran Duquesa, y le juro su majestad, que se arrepentirá –se da la vuelta y lo deja ahí, pensando en si es amor o mera obsesión.
Leer másEl tiempo restante del embarazo lo había pasado tranquila, su padre se había acercado a ella y de su madre y hermana, no había vuelto a saber mucho, salvo que su padre les daba una cantidad mensual a pesar de lo groseras que eran. Mi madre se había casado con aquel hombre, llevaban una vida austera, sólo sabía que Beatrice era feliz, Jelena era un caso aparte, no la aceptaban en ningún lado y terminó trabajando en una panadería. - ¿Te sientes bien querida? –la voz preocupada de Ambrose me saca de mis pensamientos. - Sí, no es nada –acaricio su mejilla, hoy era el bautizo de mi pequeña Rossline Marie Kareline Kerloff duquesa de Ainsworth, el nombre era en honor a la abuela de Ambrose y claro, a la mía. - Rose te llama, creo que se cansó de tanta atención –y por atención se refería a los mimos de sus abuelos, estaban encantados con ella, la adoraban, y no era para menos, había luchado por llegar a ese mundo. - Ya voy –termino de colocarme los aretes antes de salir del brazo de mi e
Ekatherine:Había despertado desorientada y asustada, por suerte Ambrose estaba a mi lado.- ¿Qué pasó? –lo miro angustiada, él acaricia suave mi cabello.- Tuviste una amenaza de aborto, de ahora en adelante, debes estar tranquila –comienzo a llorar bajito, sabía que lo había causado, sin duda había sido demasiado para mí.- Lo lamento –él me abraza y frota mi brazo negando.- No es tu culpa, Edrick ya me contó todo, no te preocupes por nada, deja esto en mis manos querida mía –asiento, en realidad no podía hacer más, quería estar bien para que mi bebé estuviera bien, perderlo me aterraba, lo amaba.Ambrose no me dijo que haría, durante una semana me quede en la casa de campo, no era buena idea irme a Caltes.Lo único que Emma había podido contarme es que mi madre y Jelena se habían ido al igual que Edrick, este había solicitado el divorcio y mi marido había hablado con mi padre para ponerlo al tanto, estaba por demás decir lo enojado que se sentía, había accedido a venderle todo a A
Ekatherine:Sentía que todo me daba vueltas, todo era demasiado confuso, no sabía que sentimiento reinaba sobre mí, donde iniciaba el dolor y donde acababa la ira.Las voces las escuchaba lejanas, me dolía demasiado el corazón.- ¿Su Alteza?, ¿qué le pasa? –escucho gritar a Emma tras doblarme del dolor, sujeto mi vientre.- Llama al doctor, vamos –le ordena Edrick mientras me alza, siento que me lleva hasta una habitación, luego siento algo suave. Me encojo sintiendo mucho dolor, lloraba pensando en que quizás fue demasiado estrés para mi pobre bebé, rogaba al cielo que nada malo le sucediera.- Aquí esta –escucho la voz de Emma tras no sé cuantos minutos.- Salga señor Pemberton –escucho que le ordena el doctor, se acerca y comienza a revisarme, de manera vaga escucho que le da indicaciones a Emma, siento un pinchazo y después calma total.Ambrose:Había llegado del norte de Caltes tras revisar unos reportes de robo, el Marqués Faith había informado al Marqués Carl poco después de la
Ekatherine: Todo había marchado bien, mi hermana había estado muy feliz y eso había sido todo lo que necesitaba para no sentirme como me sentía, porque a pesar de que amaba a Ambrose, quería a Edrick, había sido mi primer amor, mi compañero de aventuras y mi mejor amigo, habíamos planeado tantas cosas y al final, ambos terminamos unidos a otras personas. - Su alteza, le llegó correspondencia –susurra Emma nada más sentarme en la salita de la Duquesa, había salido a dar un pequeño paseo. Dejo mi sombrero y guantes a un lado antes de tomar las cartas, comienzo a revisarlas y la mayoría eran invitaciones a comer, merendar e incluso uno que otro baile, estaba decidida a botar todas para pedirle a las chicas que lo revisaran después, cuando un sobre llamó mi atención, reconocí el nombre, era el doctor que había atendido a Jelena hacia unos meses, le había vuelto a escribir esperando se pudiera hacer algo como la vez anterior, sin embargo, lo que contenía la carta, no lo esperaba. Estimad
Ekatherine:No me había detenido a pensar en nada, en como me sentía o lo que pasaría, me había concentrado en hacer los preparativos de la boda, sería en una semana y se llevaría a cabo en Caltes, vendrían muchas personas a petición de mi suegra, la hermana de la Archiduquesa no podría tener menos que eso.Todos iban de un lado para otro limpiando y arreglando el enorme salón, por mi parte la ayudaba con el vestido de novia, la modista estaba haciendo un maravilloso trabajo en tiempo récord, aunque tenía mucha ventaja ya que mi hermana quería usar el vestido de nuestra madre, con algunos arreglos, así que no tardaría mucho.- ¿Estás segura? –la miro con atención, hablábamos sobre que quería hacer ese día, entrar en una silla de ruedas o esperar al novio sentada frente al altar.- Es la única vez que me casaré, no quiero que todos me recuerden así, ese día caminaré del brazo de papá –me sonríe apretando suave mi mano.- Esta bien, se hará como quieras, pero no te esfuerces demasiado,
Ekatherine:Había estado dándole pensando en lo mismo una y otra vez desde que le envíe a Edrick aquella carta dónde lo citaba aquí, en la mansión de los Kingston; estaba nerviosa y por demás preocupada, el tiempo se iba demasiado rápido para mi gusto, así que cuando la tarde del día siguiente llegó, me sentí tensa y alterada, y no era para menos, iba a decirle a mi primer amor que necesitaba se casara con mi hermana porque quizás moriría, no es algo en lo que me gustará pensar pero era así.- Su Alteza, ha llegado la visita que esperaba –casi había dado un salto por la noticia, llevo la mano a mi acelerado corazón y asiento.- Dile que pase, lo estaré esperando en la sala privada de mi madre –Emma asiente y sale, cuando me fui de Caltes, Ambrose había insistido en que ella me acompañara, él no podía ir en ese momento por el cambio y sus nuevas obligaciones, así que había aceptado.Me pongo de pie y tras respirar varias veces salgo de mi vieja habitación hacia esa sala, respiro profun
Ambrose:Había dejado a los Duques de Mark encargarse del resto de la noche, unos minutos antes de que terminaran me fui, en cuanto me metía a la cama ella se pegó a mí, no pude evitar sonreír, seguro me estaba esperando. La abrazo y pronto me quedo dormido.- Lo siento su alteza –el ruido de algo cayendo me despertó, al abrir los ojos puedo ver a una empleada de aquí intentar levantar un vasija de metal.- Esta bien, dile a Emma que venga –la pobre muchacha asiente y sale.- Buenos días –digo suave poniéndome de pie, me acerco a la vasija que tiene agua para lavarme el rostro.- Buenos días, ¿te divertiste anoche? –me extiende una pequeña toalla, ella ya estaba vestida y lista para enfrentar el mundo.- La verdad no, primero la señorita Rowan se acercó para invitarme a bailar, la rechace de manera cortés y me fui al balcón, ahí llegó alguien que no pensé volver a ver en mucho, mucho tiempo –ella me veía atenta.- Adelante –dice cuando llaman a la puerta, aprovecho para buscar mi ropa
Ekatherine:Sin duda alguna, sabía que en cualquier momento se rompería la burbuja de paz y tranquilidad que había conseguido, por fin podía estar rodeada de damas distinguidas que no me despreciaban e incluso, que me advertían, pero claro, como en todos los lugares siempre he de encontrar alguien que este en mi contra, y en este mundo, era la Baronesa Rowan, ni siquiera tenía el placer de conocer a esa dama cuando ya estaba dentro de una guerra, estaba segura que me consideraba inferior que su hija, cuando en realidad, y sin sonar petulante ni mucho menos; era superior, mi madre provenía de un linaje noble, la única piedra en el camino de los Kingston había sido mi padre, pero al tener mucho dinero, eso poco había importado.Ahora, yo era la heredera de mi padre, tenía en mi vientre al futuro Duque o Duquesa de Ainsworth y contra eso, nada podía hacer la mujer.- Su alteza –la mujer se acerca y le hace una reverencia a mi esposo, detrás de ella viene una chica joven, quizás de mi eda
Ekatherine: La verdad es que debía agradecerle mucho a la Duquesa de Mark, ella había hecho la mayoría de la organización, se encargo de repartir las invitaciones, la comida, la decoración y todo lo referente, me había dicho como hizo cada cosa ya que la siguiente fiesta la haría por mi cuenta, aprovecharía para presentarme a la alta sociedad y así me sería más fácil la siguiente ocasión. - Temo arruinar algo –me había vestido con la última moda, aún así no dejaba de caminar de un lado a otro en la habitación, Ambrose me abraza suave. - Lo harás perfecto, nadie se atreverá a hacer ni decirte nada, ahora eres la Archiduquesa de Caltes, la Gran Duquesa Kareline –susurra suave mientras masajea suave mi cuello, todo él tenía un efecto calmante en mí–. Vamos –susurra suave en mi oído, suspiro haciendo una mueca de disgusto por la separación, asiento de mala gana y envuelvo mi brazo en el suyo, salimos rumbo al gran salón, este tenía el doble o triple de tamaño que el otro, por lo tanto,