Luca suspiró y su ira se disipó lentamente al verla sonreír y divertirse. Estaba feliz y radiante. Lo que le dolía era que ella no estuviera tan feliz y sonriente con él.
Notó cómo Harrison se inclinó más cerca de ella y le susurró algo a lo que ella parpadeó antes de sacudir la cabeza mientras se tocaba el cuello. Pasaron un par de segundos y se fue después de despedirse.
Luca miró como un halcón y se sintió aliviado de que el cabrón se hubiera ido.
De repente se giró ligeramente y agarró la mano que estaba a punto de tocarlo. Luca miró a la chica que parecía sorprendida por su repentino movimiento y le dedicó una dulce sonrisa.
—No quise asustarte —dijo mientras él entrecerraba los ojos, apretando su muñeca y haciéndola hacer una mueca.
La chica era un hombre lobo. Podía olerlo en su aroma.
—¿Qué deseas? —el siseó, apartando su mano y sus cejas se alzaron en estado de shock.
—¿No me recuerdas? —preguntó ella, haciéndolo fruncir el ceño.
—No.
—Hace seis años, en la noche de