30 - El rescate.
Con cada segundo que pasaba, más la desesperación le carcomía la mente, pensando lo peor. No podía darse el lujo de que los sentimientos la dominen; menos en una situación así.
— Él está bien, niña — dice su abuelo. Ya se habían encontrado en esa ciudad, y estaban en la fortaleza de su familia.
— Más le vale que esté vivo. — Cerró sus ojos y calmó su respiración —. Le he preguntado tantas veces, abuelo, y no fue capaz de decirme la verdad. No soy ajena a ese mundo.
— Quizás tuvo miedo — respondió; sintiendo pena por el hombre, y pena por su nieta, que una vez más, ha caído en un mundo oscuro.
— ¿Miedo? ¿Miedo de que? Mi familia está ligada a esto, abuelo — dice, con un tono más desesperado.
— Pero no es secreto para los más cercanos, que aborreces ese mundo — susurró.
— No lo aborrezco — respondió, mirándolo estupefacta —. Lo respeto.
— Quiero que te quedes en la … — Lo interrumpe, como es costumbre de ella; en el momento exacto en el que el coche se detiene.
— No me quedaré aquí a es