29 - Aguanta un poco más, Ezekiel.
Fue una velada muy larga y placentera, donde ambos se entregaron nuevamente ante la tentación de unir sus cuerpos y convertirlo en uno. Ambos se complementaban perfectamente.
Ezekiel, cada vez estaba más pegado en ella, y su obsesión por protegerla cada vez se volvía más enfermo, al punto, de querer llevarla con él a Italia.
— No, definitivamente la respuesta sigue siendo la misma, Ezekiel. No pienso volar a ese país. Tengo muchas cosas por hacer aquí, y no pienso estancarme y aprovecharme de mis beneficios solo por hacer la de esposa feliz — manifestó ella, súper nerviosa.
— Debes entender, que no podré irme tranquilo, dejándote aquí, a merced de mis enemigos — respondió Ezekiel, intentando hacerla entrar en razón.
— Eso son. Son tus enemigos, Ezekiel. Una cosa es caminar juntos, pero otra muy distinta es que quieras obligarme a ir a un país solo porque no te sientes seguro. Además, ¿a qué vas? ¿Se supone que no tienes negocios allí?
El cuerpo del hombre se puso rígido, y nuevamente,