Los finos tacos de mi zapatos negros resonaron al subir los tres escalones de piedra blanca, alise mi pollera acuadrille y comencé a avanzar por la blancura del cerámico. Atravesé las costosas puertas francesas, donde las cortinas color crema remolineaban sin parar producto a la brisa de afuera, dos ballestero de chaqueta roja me sonrieron y abrieron las inmensas y antiguas puertas del salón.
Sonreí de gusto al sentir el delicado olor de flores naturales, una melodía clásica resonaba por el salón a un nivel muy mínimo y agradable. La galería era extensa, y variados cuadros y esculturas se expandían en el.
- Me alegra que estés aquí.- gire y Bernardo estaba en su impecable traje azul a mi lado.- ¿Todo bien?
-Perfecto... Es decir, estoy perfecta.- moje mis labios y trate de tranquiliz
¡¡¡Gracias por su apoyo!!!