Punto de vista de Carlos
Solo llevábamos tres días en Francia cuando Luis comenzó a murmurar sobre regresar a casa.
A decir verdad, yo pensaba lo mismo. Había algo en ese viaje que no me sentaba bien, nosotros estábamos riendo y bebiendo mientras Sofía estaba sola, enterrada en su laboratorio.
Pero Valentina no quería irse, dijo que quería pasar la Nochevieja aquí también.
—Yo... —comenzó Luis, pero lo interrumpí.
Como el mayor, mi palabra tenía peso. De hecho, Valentina raramente se oponía cuando yo hablaba.
—Valentina —dije suavemente—, todavía tengo algunos asuntos pendientes. Es mejor si nos vamos mañana.
Su rostro se ensombreció, no discutió, pero la decepción en sus ojos era inconfundible.
—Lo siento —añadí, extendiendo la mano para revolverle el pelo—. Podemos volver cuando quieras, te lo prometo. Siempre que yo esté libre.
Pero ella no sonrió. —Prometiste que nos quedaríamos hasta Nochevieja. —Susurró.
Y tenía razón, se lo había prometido cuando pensaba que Sofía vendría tambié