[CONTINUACIÓN]

—Hay que averiguarlo.

Lucas se levantó, corrió el tapete y ¡tadá! Ahí estaba la llave. Pequeña, metálica y reluciente. Aquello por lo que habíamos luchado por más de quince minutos, estaba por suceder.

Lucas tomó la llave, dejó el tapete tal y como Crissy lo había dejado y, sin esperar más, abrió y entramos a la casa.

Esperaba que por dentro todo fuera perfecto, pues el blanco pulcro de las paredes, al exterior de la casa, hacía parecer que aquel lugar era hermoso y ordenado. Era solo una impresión, pero ver la hermosura de la casa por fuera, era diferente a verla desde adentro.

Era una catástrofe.

—Este es un tiradero —Murmuró Grace, viendo los sillones llenos de platos vacíos y la mesa de centro a reventar de bocadillos echados a perder.

Los sofás blancos se miraban grises, había zapatos por doquier, cajas abiertas en cada esquina y pese a ser una casa poco sencilla, daba un poco de pena.

No detallé mucho aquel sitio. No es como si hubiese algo en lo que prestar mayor