Hoy he quedado con Michel, y me apetece mucho visitar la ciudad. Considerando que vivo escondida durante el tiempo que paso sola, o ahora con el falso marido que me ha mandado Michel para que me proteja, estos días son los mejores.
Sé que es muy peligroso salir, y que si los cazadores me encuentran me capaturarán sin pensarlo dos veces, pero aún así, los días en los que puedo venir a la ciudad, comer con Michel y recorrer algunas tiendas, son mis preferidos.
Llego al restaurante de siempre, al Sant’Angelos, e incluso antes de sentarme a la mesa, sé que algo no va bien. Michel está con una copa en la mano, y eso que él nunca bebe hasta después de salir de trabajar.
- Empezamos fuerte la mañana, ¿eh?
Él se gira, me mira, y parece no verme. No me he equivocado, definitivamente, algo no marcha bien aquí.
- ¿Te refieres a ésto?- dice se&