Cap. 3 La propuesta

«No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una»

Simone de Beavoir

El anciano entonces añadió:

—El dinero lo tengo yo, el recurso también… Ahora la pregunta es, ¿te aventurarías a algo como eso?

¿Le estaba tomando el pelo? No entendía nada, Freda preguntó confusa:

—¿Por qué me dice todo esto?

—Estoy seguro de que das para más, en más siento que eres un caballo ganador.

—Es que…

—Solo piensa en eso, voy a estar aquí hasta que se me olvide el coraje que tengo hacia mi familia.

—¿Tiene familia?

—Es una larga historia… —sonrió el anciano— ¿Freda tienes familia?

Ella se quedó callada:

—Sé que eres huérfana y que tu deseo siempre fue encontrar a tu familia.

—Ahora solo pienso en mí…

—Si logras hacer lo que te digo puede que con el dinero que tengas sepas quién es tu familia.

Freda sacudió su cabeza, era una total locura, supuso que el sujeto le tomaba el pelo. No lo tomó en serio, eso no podía ser verdad, ella no podría, no tenía ese nivel, ni esas agallas…

—¿Entonces Freda, cuento contigo?

—Debo de pensarlo…

—Bien, tienes poco tiempo odio esperar, a mi edad esperar no es tan agradable.

 Esa noche llegó a casa pensativa y vio a la señora Lowel con una bandeja de té helado:

—Es la hora del té de la noche.

Esa noche con la cabeza en las nubes pensó en todo lo que el anciano le había dicho eran muchas cosas, Mandy entonces se acercó a ella con una revista:

—Esta es la revista del momento y hay una lista de los jóvenes solteros millonarios, viudos millonarios y hombres mayores millonarios disponibles.

Freda la ojeó y cuando vio la imagen de la joven promesa de la política Arios Hudson, exclamó:

—¡Yo lo conozco!

Mandy la miró sorprendida y se le rio en la cara:

—¿Conoces a Arios Hudson? ¿De dónde?

Se dio cuenta de su error entonces ella le comentó:

—Lo veo cada día en mis sueños.

Mandy rio con ganas y entonces les indicó a unos viudos:

—Todos estos están en mis sueños húmedos, principalmente sus billeteras.

Ellas rieron y pensó que hasta ese momento todo eso eran sueños para ellas; sin embargo, si lo pensaba bien, ella lo había conocido en un curioso incidente, en una confusión y se dio cuenta de que podía ser cierto, ella podía pasar por una joven con dinero… ¿Pero cautivaría a un hombre como Hudson?

Mandy le mostró unos vestidos:

—Tienen que ayudarme a elegir.

Ellas vieron los trajes todos hermosos y elegantes:

—Invertí mucho en ellos, espero que sea para algo bueno.

—¿Invertiste? —preguntó Freda.

—Esto es como un negocio, solo que el sueldo será miles de dólares y viajes al exterior, se debe invertir en buenos accesorios…

Entonces secundó Tory:

—Hay que aparentar que se tiene nivel.

Freda observaba cada vestido y eran divinos, ella solo tenía uno y no lo había usado en nada. Tentador, todo era muy tentador, podía ser, solo tenía que arriesgarse.

Esa mañana Arios intentaba concentrarse en el discurso que daría en el club ante los jóvenes visionarios nacientes:

—Estoy orgulloso de ver a muchos jóvenes emprendiendo en estos tiempos, no se han dejado vencer por las distracciones del momento, más bien han se han enfocado en tomar el control de sus vidas y de la economía de este país…

Aunque intentaba ponerle sentimiento, no le salía el estilo político, hizo una mueca y su intercomunicador sonó y le anunciaron que su tía Lily había llegado.

Su tía era genial, después de la muerte de su padre lo apoyó incondicionalmente en todo momento, tanto como su tío Fred.

Ella entró fastuosa, siempre elegante, con una chaqueta y falda a juego con los zapatos y cartera, en un cálido tono beige. Le sonrió radiante.

—Hola, querido.

—Tía, te ves espectacular.

—Me fui a un Spa en donde hacen modernos tratamientos con lodo, chocolate y cosas extrañas, querido deberías de hacerte algo como eso.

Arios sonrió y ella le preguntó.

—¿Dejaste esa tontería de la política?

—No, la verdad, la idea me atrae un poco…

—Los Hudson no somos políticos —dijo rotunda—, si hubiese sido así, tu padre habría dejado su estela en ese asunto.

Arios entonces le respondió secamente:

—No soy mi padre…

Lily lo sabía bien; sin embargo, tenía muy claro todas las bajezas que rodeaban ese mundo de la política y su sobrino tenía un corazón de ángel, por eso comentó:

—Fred te mete cosas en la cabeza, como esa chica horrorosa con la que sales…

—¿Hablas de Katy?

—Tiene nombre de gata… —dijo con fastidio.

Entonces le comentó a su tía.

—Pienso dejar a Katy y no sé… Ver qué hay para mí.

—¡Aleluya! Por fin algo bueno…

—Katy me hizo subir en las encuestas —hizo una mueca—, pero es un tedio estar con ella.

El corazón no sabía de encuestas y ella le aconsejó:

—Arios, querido… —lo miró con dulzura— Eres un chico valioso y especial, debes buscar una mujer diferente, fuerte, inteligente y que tenga metas claras.

De esas no conocía en el medio y ella añadió:

—No permitas que Fred te presente mujeres fofas, él sigue soltero porque no digiere esos especímenes.

Arios sonrió y Fred entró en esos momentos sosteniendo las últimas encuestas.

—Sobrino debo de decirte que tu salida con Katy elevó el nivel de interés en tu persona, vamos por el camino correcto.

—Para algo tenía que servir esa chica horrorosa —comentó Lily.

—Hermana, ¿has estado aquí?

Ellos no tenían relaciones cordiales desde hacía muchos años y Arios le comunicó a su tío.

—Tío, voy a terminar con Katy.

Fred se quedó callado, no se esperó esto, se cogió la quijada y de repente una idea pasó por su mente.

—Claro, diremos que ahora no estás para sentimentalismo, sino para concentrarte en tu futuro político… A la gente le encantará ese detalle… —puso rostro soñador— Arios, enfocado en el futuro de su pueblo.

—¡Qué horror! —exclamó Lily.

—Es política hermana, el pueblo somos nosotros.

Ella rio con ironía:

—¿Tu parte del pueblo? Conduces un BMW y comes en los mejores restaurantes de la ciudad, vacacionas en Ibiza y te dices parte del pueblo —comentó ella.

Fred hizo una mueca, su hermana siempre fue exasperante.

—Pienso que Arios es el alcalde que nuestra ciudad merece, joven, inteligente y capaz —entonces le comentó a su sobrino—, Katy es un fastidio, buscaremos a otra persona, alguien con más contenido.

Señaló su pecho.

—Espero sobrino que pronto despiertes y te alejes de todo ese mundo terrible que implica la política.

Cuando su tía se fue, Fred se puso a la carga.

—Tenemos que reunirnos con los Venerables Caballeros de Adán —lo vio enarcar una ceja—, es como una logia secreta de viejos millonarios, tenemos que ganarnos su apoyo, nadan en dinero y les encantan las labores sociales…

Fred le contó un poco sobre ellos.

—Todos hicieron fortuna por ellos mismos, se jactan de ser de la vieja escuela, ninguno heredó de nadie… Se reúnen en un club a jugar ajedrez, contar chistes o hablar de los buenos viejos tiempos.

—¿Y qué se supone que debo de hacer yo con ellos?

—Ellos tienen dinero Arios, mucho dinero y pueden apoyar tu campaña hacia la alcaldía, solo debes de ganártelos con elogios, escuchándoles sus consejos y jugando ajedrez… Por cierto —dijo de pronto—, te pagué clases de golf, es que a ellos les encanta ese deporte.

Tenía una foto de su padre en el escritorio, era del grupo de los que se habían formado solo. Su padre se alejó del modelo Hudson de comercio y se centró en el inmobiliario y le fue bien. Consolidó una inmensa fortuna y lo educó con valores morales; él quería hacer algo con todo lo que sabía y de cierta forma dejar en alto el legado que su padre y no ser el típico niño rico que creció lleno de oportunidades y que las mujeres seguían para saber sobre sus romances. Detestaba eso y resulta que era eso exactamente lo estaba pasando en su vida.

La imagen de la joven en la tienda acudió a su mente, lo cierto es que ella le había puesto en un dilema: si salía con tontas, era un tonto, así de simple y él debía sacudir su imagen y centrarse para no ser comidilla de chicas fofas y sin cerebro.

Por lo pronto, ahora que estaba libre de Katy, tendría tiempo de buscar a la joven perfecta para él. Arios, pensó que no le vendría mal reencontrar a esa joven de nuevo y ahora que lo pensaba nunca se la había topado en el Club o en alguna fiesta, ¿sería acaso que era nueva en la ciudad? Tampoco tenía su nombre… Alzó su teléfono:

—Martha, hace poco compré en una de las tiendas de la avenida Apple un vestido para Katy… Comunícame con esa tienda.

En breve tenía la llamada…

—Hace unos días compré un vestido para mi exnovia… Había una joven con un bello traje azul, parece que compró el vestido, ¿sabe quién es ella?

No había registro de la joven… Raro, ni una venta de ese vestido por separado.

—Entiendo, si sabe algo de ella, puede comunicarse conmigo… —le daba su número.

¿Era un fantasma? No, ella fue real; pero, ¿quién era? Eso aumentó su deseo de saber y de ver si esa joven podía ser la indicada para comenzar algo bonito o solo fue un espejismo más en medio del desierto de su vida.

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