Cap. 2 El padrino

Nada es imposible, la propia palabra lo dice: "puedo hacerlo".

Audrey Hepburn

No podía creer que la dama le hubiera dado ese precioso vestido como pago y que conociera al candidato a la alcaldía más guapo de todos los tiempos: Arios Hudson, cielos estaba de suerte, ese vestido lo luciría en… ¡Rayos!, no había dónde lucir algo como eso en Treeman. Ahora ella se pavoneaba por esas calles con una funda de marca.

Freda se miró en el espejo de un escaparate, con ese vestido cualquiera la confundiría con una lady, cuando…

—¿Freda Denis?

Que alguien dijera su nombre en Apple Valley era bastante raro:

—Sí —entonces rápidamente explicó—, el vestido me lo obsequiaron.

La mujer no entendía nada de lo que ella decía, entonces le extendió un sobre:

—Su padrino desea conocerla.

Eso era totalmente impactante, conocería al hombre que auspiciaba su vida y se emocionó.

La familia Hudson se había destacado en el negocio inmobiliario y consolidado una gran fortuna; sin embargo, desde hacía poco tiempo habían dado un giro hacia la política y todo se lo debían a Fred Hudson, tío del en ese momento el soltero más cotizado de la ciudad, Arios Hudson, y al que le preparaban su camino a la Alcaldía de la ciudad.

Por lo pronto promovían su imagen como líder juvenil y hombre altruista. En su oficina había un gran afiche con su imagen con el puño en alto sonriendo con un aire seductor, innato en su propia belleza. Tenía 30 años y estaba soltero y con la típica estela de rumores que un famoso puede tener sobre su vida sentimental. Sus ojos, color plomizo, le daban apariencia de niño pícaro y su porte, sobrepasaba el metro ochenta, lo hacía tener el aire de modelo de revista. Empresario, deportista consumado en Polo, judo, esquí, buceo, surf en olas altas y en todo era un ganador, tenía un lunar cerca de la boca y eso le daba cierta sensualidad, al menos eso decían los medios de farándula.

Arios participaba en eventos de líderes juveniles desde hacía mucho tiempo, el lema de su padre era:

«Nunca seas un seguidor, porque si al que sigues se cae te jalará, haz tu propio camino y que otros sigan tu estela»

Amaba esa frase de su padre, tenía un letrero con ellas frente a su escritorio y podía verla constantemente. No quería perder el norte y a veces sentía que ya lo había perdido, pero cuando volvía a mirar el letrero se rehacía y se enfocaba. Ahora que veía esa frase se volvía a enfocar y a pensar en el futuro. Aunque los ojos de la ciudad estaban puestos en el joven y arrogante empresario cuyo tarjet eran los cientos de damas que eran sus seguidoras, faltaba ese algo especial que le daría ese más que su corazón ansiaba.

Esa mañana el heredero de la fortuna Hudson intentaba concentrarse en su trabajo. Debía tomar importantes decisiones como qué color de corbata les gustaba a las mujeres, qué tipo de bebida debía tomar en público, con quién cenaría por la noche… Su imagen debía encajar con el perfil de rico solidario, que deseaba una igualdad y toda esa clase de peroratas que su asesor recitaba y que en sus labios se escuchaba loable; pero, que depurando tenía tintes de interés. En medio de todo ese barullo que se había vuelto su vida se le vino a la mente la joven que conoció en la tienda de ropa: hermosa, directa, franca y contundente.

«—Mi tonta novia la olvidó aquí.

—Si es tonta, ¿por qué sigue con ella?

—Porque no encuentro a nadie más interesante.

—Créame una mujer que no puede elegir su propio vestido, es una inútil»

Era totalmente cierto, Katy, para todos los efectos, entraba en el perfil de novia trofeo, exuberante y tan vacía como una ostra chupada… Había caído en lo que muchos decían la moda de los millonarios: salir con modelos, estrellas de moda o chicas top para aparentar que eran… Populares y si revisaba su popularidad en redes, por chicas como Katy subía mucho, pero en él iba dejando un vacío enorme.

Katy era modelo, una bella modelo top y tenía grandes implantes en sus senos, lo sabía muy, había andado por ellos muchas veces; sin embargo, fuera de eso… Era un globo, bonito y sin contenido. No supo cómo llegó a eso o tal vez. La moda lo estaba orillando hacia todo aquello.

Freda estaba feliz, abrió el sobre y la citaban en el Centro de Ayuda Asistida Ernest Osman.

 Llegó a la Casa de las flores y sus compañeras ya estaban en casa, cuando la vieron con la funda de marcas, Tory se le fue encima diciendo:

—Dime que no es solo la funda, que hay algo lindo adentro.

Mandy alzó la mirada y sus ojos verdes vieron la funda y se levantó:

—¿Qué hay allí?

Freda sonrió y entonces sacó el bello vestido:

—¡Es hermoso!

—¡Divino! ¿Cómo lo conseguiste?

—Me salió un trabajito de último momento y me pagaron con el vestido.

Ellas estaban sorprendidas y Tory le preguntó:

—¿No te tocaba trabajar en el salón de belleza?

—Me despidieron…

Estaban tan sorprendidas, entonces ella pronunció el nombre tan odiado por todas ellas:

—Brithany Brady.

—¿Esa perra? —bufó Mandy—, insoportable arpía y lo que es peor es que no saben…

Ellas la miraron desconcertadas:

—Estará en la prueba de las Damas de Juno.

Freda no entendía la dimensión de esas palabras hasta que Tory le explicó:

—Aspirará a conseguir un millonario como el que Mandy quiere.

—Conociendo a la Brady hará de todo por conseguirlo, hasta jugar sucio.

Freda miró el vestido, ella tan solo deseaba por una sola vez poder lucir algo hermoso en un lugar elegante.

Estaba nerviosa, no sabía cómo reaccionar al conocer a la persona que la había ayudado tantos años, el sitio era de alto nivel y para ella sería como una especie de «Refrigeradora de ancianos ricos» como le decían a veces, un sito en donde se dejaban a los viejos ricos que nadie quería atender, ¿su padrino estaba allí? Sintió pesar.

—Busco la habitación 207.

—Es la de allí, ¿eres familia?

—Algo así…

Tocó antes de entrar y se escuchó una voz arrogante y enojada.

—¿Quién m****a jode?

—Soy Freda Denis…

No pudo decir su ahijada, sentía que no se escucharía bien aquello. Un momento de silencio y entonces:

—Entra.

Ella entró y la habitación era muy elegante, tenía de todo, televisión, sofá reclinable, una cama de lujo y tecnología, excelente tecnología. Esperó encontrar a un anciano decrépito y mal humorado, pero este señor debía bordear los 65 años a lo sumo, nada de decrépito, parecía muy vital.

—Así que eres Freda…

Admiró a la joven, era hermosa, aunque le faltaba el refinamiento de la sociedad, la joven preguntó con cautela:

—¿Usted es mi padrino?

Lo vio asentir y entonces el sujeto se presentó:

—Yo me llamo Albert Litman, ¿Quién te puso ese nombre?

Curiosa pregunta y entonces le respondió:

—Supongo que las venerables monjas que me criaron, siempre deseé conocerlo y agradecerle todo lo que ha hecho por mí.

Albert se conmovió por un instante y entonces solo dijo:

—Bien Freda, ¿Tiene novio?

Entonces se inició una serie de preguntas…

—No…

—¿Hijos?

—No…

Hasta ese punto era todo tan extraño.

—¿Eres lesbiana?

—No, solo estudiante.

—¿Qué m****a estudias?

—Belleza, mi sueño es poner un Spa de belleza, claro no cualquier spa, el mejor de Treeman.

Albert, entonces ignorando los sueños de la joven, solo preguntó:

—¿Y después? ¿Qué harás posteriormente?

Era una pregunta rara, si ponía un negocio lo lógico era vivir de él, administrarlo, tal vez hacerlo crecer, una cadena de spa por todo Treeman…

—Tendría mi negocio… Tal vez una casa.

—¿Hijos, marido, esas pendejadas?

Freda entonces le respondió:

—Puede ser… No he pensado en eso.

Entonces el anciano le comentó:

—¿Sabes cómo veo tu vida? —vio su interés— Como una gran m****a… Pagué tus estudios hasta ahora para verte hacer algo más que eso.

Ella hizo un respingo y él procedió:

—Freda eres joven, debes de tener… 20 o tal vez 21…

—Veintidós.

—Bien, estudias, trabajas y es loable, pero la vida te puede dar más.

Allí iba el clásico discurso del esfuerzo y de las metas… Como si fuese fácil llegar al éxito.

—Puedes tener lo que quieras si sabes hacer lo correcto —continuó diciendo—, eres bonita…

Dios que no le proponga nada sexual, no lo soportaría:

—Un poco desgarbada, pero con una correcta dirección podrías refinarte, clases de modales, de caminata… Ropa costosa…

A la joven le pareció extraño lo que el anciano decía y entonces preguntó:

—¿Y para qué desearía todo eso?

—Para casarte con un millonario, claro.

Freda se rio con ganas y entonces vio que el anciano hablaba muy en serio y entonces se dio cuenta de que su vida podía cambiar para siempre.

—¿Habla en serio?

—Tanto como que me gusta el filete Mignion y las salchichas de Treeman.

Freda iba a ser clara con el anciano:

—Para eso se necesita inversión, dinero, mucho dinero que no tengo y… No me considero lo suficientemente capaz para eso.

Albert entonces le comentó:

—Freda me debes mucho en la vida, deseo que me pagues de una sola manera…

Freda quedó a la expectativa:

—Quiero que te cases con un millonario, simple como eso, entonces podré sentirme tranquilo de que tu vida estará asegurada.

Freda lo miró desconcertada y le preguntó:

—¿Por qué haría eso?

—Porque sería tu forma de pagarme todo lo que te he dado hasta ahora, debes conquistar a un sujeto con mucho dinero al punto de que él desee casarse contigo.

Estaba sorprendida, nunca esperó tal cosa, el anciano le comentó:

—Hay muchas mujeres que desean eso en su vida y solo logran fantasear, pero tú lo lograrás, te prepararás para ello y será tu forma de pagarme todo…

Era la propuesta más extraña que pudo escuchar en su vida.

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