Karol
Se acercó y apoyó su frente contra la mía, sus manos firmes en mi cintura, y sentí como su aliento se mezclaba con el mío. Era posesivo, sí, pero no de manera agresiva; era una propiedad emocional, un “te quiero y nadie más te tendrá” que me hizo estremecer.
—Logan… —dije, con una mezcla de risa y nervios—. Eres imposible…
—¿Imposible? —sonrió ladeando la cabeza—. Tal vez… pero tú también eres irresistible. Y eso me hace aún más imposible de controlar.
Me quedé mirándolo, hipnotizada, mientras una mezcla de deseo y diversión recorría mi cuerpo. Quería acercarme, quería perderme en él, pero también quería provocarlo un poco más.
—¿Sabes lo que pienso? —le susurré mientras apoyaba mi mano sobre su pecho—. Que te necesito tanto como tú me necesitas a mí.
—¿Tanto como para ponerte en problemas? —dijo con una sonrisa torcida, bajando su mano para rozar mi rostro suavemente—. Porque te aseguro… que si me provocas, no seré responsable de nada de lo que pase después.
—Entonces me harás