Bajó las escaleras y finalmente se sentó en una de ellas. Entonces dejó salir sus sollozos, todos los que había estado conteniendo desde la oficina de su jefe y en el camino hacia aquí. Lloró con fuerza pero en silencio.
¿Cuándo iba a terminar todo esto? ¿Cuándo iban a terminar todos los insultos que le lanzaban sólo por el dinero? Ella también era humana. También podía sentirse herida e irritada. ¿Cuándo iba a salir todo bien sólo para ella?
Todo lo que quería era graduarse en la universidad, conseguir un buen trabajo y pasar a la siguiente etapa de su vida, y sin embargo, de alguna manera, seguía atascada en la primera etapa y luchando. Lloró un poco más.
—Toma. —Oyó una voz masculina que le hizo abrir los ojos para notar un pañuelo blanco frente a ella. Ella recorrió la mano que lo sostenía hasta llegar a su cara.
—¿Alex? —susurró ligeramente mientras miraba su rostro con sorpresa. Él le dedicó una cálida sonrisa.
Rápidamente apartó la mirada de él al recordar que había estado llor