~ Ónix
Me siento en la cama y miro a Sienna.
Al despertar, su cabello castaño rojizo le cubría la cara, con las extremidades esparcidas sobre la cabeza. Pasé un par de minutos apartándole el pelo con suavidad para revelar su rostro sereno y dormido.
Desde entonces, me he dedicado a admirar sus suaves rasgos y a escuchar las respiraciones tranquilas y constantes que rozan sus labios carnosos.
Nunca me he sentido tan en paz.
Las cortinas ondean suavemente con la brisa. No recuerdo haber dejado la ventana abierta anoche, aunque supongo que estaba demasiado absorto en Sienna como para que me importara.
Los pájaros piaban a lo lejos, el viento cálido susurraba entre los árboles. Cerré los ojos.
Los recuerdos de anoche manchan mi mente.
Ninguna parte de mí estaba dispuesta a tomar Sienna anoche, aunque aún siento la tensión física y mental de tener que resistirme.
No habría estado bien hacer lo que quisiera con ella. La quiero dispuesta... No debería quererla en absoluto.
Ella se mueve a mi